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STRIP-TEASE

Llamita rosa en medio de la noche,
de una noche cuadrada, plena
de ojos que se anticipan a tus manos
sobre el pétalo grácil de tus prendas.
Llamita clara en medio de la noche
rítmicamente en alas de tus piernas
dibujando la línea de una música
que con distinta melodía suena,
que a ti te va sonando como a velos
en ascensión purísima e inversa
a la espuma del nylon y al encaje
musicalmente desceñidos, mientras
cobra cálidos tonos de lujuria
entre vaho rubio y humo violeta.
Llamita sola en medio de la noche
vacía de un oscuro lleno, hueca,
frente a la que amaneces solamente desnuda
como si fuese ante una isla desierta.
Pasas, miras, sonríes.
No ves. Tu rosa es una indiferencia
de música y perfume. Con la misma
facilidad rompe la primavera
sus vestidos oscuros de diciembre.
No estás desnuda, es que no estás apenas.
Estás entre tus cosas familiares,
junto a aquel dulce beso tras la puerta,
por la tarde en el campo o la lejana
niñez de breve pájaro en las trenzas.
Entre tanto la noche se desnuda
cuadrada en vaho y humo espesa,
frente a ti hace strip-tease, arroja falsas
vestiduras, caretas
diarias. Tras los ojos que recorren
los trayectos con gula de tus sedas
van surgiendo desnudos seres, gentes
van emergiendo en su feroz miseria.
El importante hombre de negocios
tras los que sus finanzas arruinaron. Presenta
el laureado general a sus soldados muertos.
El embajador rompe su chistera.
El probo funcionario
súbitamente piensa
en sus lejanas zapatillas. Todos
están desnudos. No se han dado cuenta
que están desnudos frente a ti, que pasas
vestida de inconsciencia.

Llamita triste en medio de la noche.
Todos contigo hacemos esa
verdad, ese strip-tease, ese despiece,
si nos miramos nada ya nos resta.

Nos quedamos desnudos en la noche,
somos el cuerpo azul de la tristeza
moviéndose en la noche solitaria
frente a los ojos huecos de una fiera
de pasión y de odio, somos seres
desamparados tras absurdas prendas
de falsas actitudes, de rencores,
de sueños que jamás se cumplen, ciegas
verdades que jamás se dicen,
justicias que jamás se encuentran,
sedes que no se sacian nunca,
credulidades que no son creencias,
credos que nadie cree...
                                              Trajes,
camisas son de fuerza
del pobre loco que desnudo mira
la noche en torno suyo de la pena.

autógrafo

Leopoldo de Luis


«La luz a nuestro lado» (1962)

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