DORA
El pálido marfil, pulido y bello,
no tiene de su frente la blancura,
ni la rosa de Lima su hermosura,
ni el regio cisne su nervioso cuello.
Ni el rojo sol el vívido destello
que en su mirada lánguida fulgura,
cuando en su mente se retrata pura
la cascada de luz de su cabello.
No tiene la paloma su inocencia,
ni el amable jazmín la tibia esencia
con que perfuma su encendida boca.
No tiene su contorno el mármol griego,
ni amante queja de su voz el ruego...
¡Ni su adorable impavidez la roca!
León A. Soto