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MARIPOSAS

Yo no canto al precioso ropaje
que os envuelve —magnífico traje
que esmaltan los rayos ardientes del Sol—
más que al Iris, adoro ese vuelo
que en vosotras inspira el anhelo
de elevaros a la alta morada de Dios.

¿Qué me importas, azul mariposa?
Eres bella, lo sé, cual la hermosa
que un día ofreciónos amor y placer;
qué me importa tu hermana la blanca,
si el recuerdo que al alma le arranca
es manjar amasado con néctar y hiel?

Ya la roja no es bella promesa;
la amarilla recuerda la huesa
que nuestros despojos al fin guardará.
Ni la negra, la eterna enlutada,
causa espanto en la pobre morada
de un cadáver que aguarda la tumba no más.

Sé que el céfiro os sirve de barco,
sé que el Iris extiende su arco
por ver vuestros pasos por un cielo azul,
pero nada en vosotras me atrae
como el triste aletear con que cae
la que quema sus alas buscando la luz.

¡Ah! Yo os canto a vosotras que en premio
de elevaros, tenéis del bohemio
la dolorosísima muerte quizá.
¡Ah! Yo canto a la tribu errabunda
que la tierra y los aires inunda
con la triste nota del dolor triunfal.

La que fue de un capricho de niña
pobre víctima; aquella que ciña
corona invisible de martirio cruel,
a esa llegan mi afecto y mi canto
como llega a las penas el llanto
— a las penas ocultas que lo hacen verter.

Yo os adoro, volubles e inquietas,
pues tenéis cual los pobres poetas
por todas riquezas el aire y la luz.
Y al final de una efímera vida
olvidáis del destino la herida
disolviendo en el aire vuestro oro y azul.

autógrafo

León A. Soto


«Eclécticas» (1907)

enlace Manuel Gutiérrez Nájera - MARIPOSAS

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