VIII
Como un gato tendido,
nos viliga tu ropa
al final de la cama.
Y tu cuerpo reciente
pudiera estar en ella
todavía,
meditando su salto,
esperando estrellarse
salvaje con mi cuerpo,
que también nos persigue,
al filo de la silla,
abrazado a su propia
y larga oscuridad.
Ojos que fueron hechos
para ver
un peligro aceptado,
debajo de la luna.
Luis García Montero