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CRISIS MINISTERIAL

  ¿Qué hay en Madrid..., que no hay nada?
¡Cosa extraña! ¿Cómo es
que ha pasado entero un mes
Sin una triste asonada?
¿Cómo es que uno y otro bando...?
¡Chist!... Se está deliberando.
Se trata..., el asunto es serio,
De arreglar el Ministerio.

  ¡Qué lujo el de mi vecina!
¡Oh, si aquello es un encanto!
Pero el marido entre tanto
Aguanta, calla y se arruina.
Que en el gasto ponga tasa.
¿Cómo no arregla su casa?
¿Qué hace el buen don Eleuterio?
Arreglar el Ministerio.

  Tremendo como un vestiglo
Grita allí don Baltasar:
«¿Aún hay quien quiera luchar
Contra el torrente del siglo?
¡Movimiento! ¡Propaganda!
No estoy por la gente blanda.
La llaga pido cauterio.
¡Que se mude el Ministerio!»

  Otro sacristán de amén
Dice: «Mande Pedro o Juan,
¿Qué importa? ¿No es buen afán...?
Si todo va bien, ¡muy bien!
Y al cabo..., de todos modos...,
Para el nuevo y para todos
Guardáis el mismo criterio...
¡Quieto, quieto el Ministerio!

  ¡Oh! Usted viene de Palacio.
¿Qué se dice? ¿Qué se sabe?
¿Quién va a dirigir la nave?
¡Eh!... La cosa va despacio...
No obstante... Es de presumir...
Todo no se ha de decir...
En fin... Si no hay gatuperio,
Se arreglará el Ministerio.

  Diz que la empleomanía
Es crónica enfermedad
Que en una y en otra edad
Aflige a la patria mía.
¡Bah! Pintar como querer.
¿Cómo lo puedo creer
Si en el hispano hemisferio
Hay vacante un Ministerio?

  Y ¡vea usted! en el acto,
De la mañana a la tarde
Formaría Calomarde
Un ministerio compacto.
Cuando enmudece Castilla,
Y hay cepo, y horca, y cuchilla,
Y la ley pierde su imperio,
¿Quién no forma un Ministerio?

  Pero ¿en el día? ¡Ya es obra!
Este no es buen orador;
A aquél le falta vigor;
Al de más allá le sobra.
¡Ni a la virtud más sublime
El ingrato pueblo exime
De su injusto vituperio
Si brilla en un Ministerio!

  Bien sé yo que más de un tuno,
Mientras sea subalterno,
Si se le habla de gobierno
Dirá: el mejor es ninguno.
Y hay patriotas decididos
Que se juzgarán sumidos
En infame cautiverio
Mientras haya Ministerio.

  Y en esa Puerta del Sol
Algún quídam  se pasea
Que su heroísmo vocea,
Su amor al pueblo español,
Su alma generosa y pía,
Su ardiente filantropía;...
¡Y sería otro Tiberio
Si ascendiera al Ministerio!

  Pero, pues es natural
Del público la impaciencia,
Yo me hago con su licencia
Órgano ministerial.
Sepa el curioso lector
Que en la Corte, salvo error,
Averiguado está ya
Quién el Electo  será
Entre tanto Desiderio.
Ya se arregló el Ministerio.

autógrafo

Manuel Bretón de los Herreros


Letrillas XXII

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