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HORA VIII

CONSEJOS

NOLITE TIMERE

Tu gloria ¡oh corazón! tu dicha labras
Si rindes al amor culto sencillo;
Mas el amor no es obra de palabras,
Ni es terreno oropel su casto brillo.

En el templo de amor hay sola un ara
Y un solo don que se ofrece a toda hora;
Caridad es el don que se prepara
Y es la verdad el ara que se adora.

Entre el necio tropel del mundo vano
Simpatizan tal vez dos corazones;
¡Dichosos ellos si invisible mano
Para encontrarse les brindó ocasiones!

Mas ¡tristes, si con esta simpatía
Aportan a su unión mutuo recelo!
En infierno tal vez se cambiaría,
Si turbase al amor la duda, el cielo.

¿Quién en los bosque al buscar madera
Los árboles elige por la hoja?
El árbol bueno es bueno en primavera
Y cuando de sus galas se despoja.

El tronco, —el corazón—, es lo importante,
¡Oh! nunca juzgues mal del que bien siente
Porque esto dijo o hizo tal semblante:
¿Tienes su corazón ? Eso no miente.

¿Y a qué es interpretar tal voz, tal ceño?
¿Ha menester de intérprete el cariño?
No es mejor clima el cielo más risueño.
Yo amo en los hombres el candor del niño.

Culpable es quien no sabe retirarse
Con causa, y quien por causa vil se aleja;
Huya el amor cuando hay de qué quejarse,
Mas cuando hay mutuo amor, calle la queja.

Di al que amas la verdad, y por tu parte
Perder no temas si te ve un defecto;
Prr cura ser mejor, no disfrazarte;
Dios ve más, y es su amor el más perfecto.

Por eso huyendo muchos de este mundo,
Más que los males, la inquietud que esconde,
Buscaron el amor santo y profundo
Que en silencio recibe y corresponde.

Fe y amor: la ventura aquí se encierra.
Si hubiese más amor, menos recelo,
Tal vez, aun con sus lágrimas, la tierra
De purgatorio se cambiara en cielo.

autógrafo

Miguel Antonio Caro


«Horas de amor» (1871)

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