SOMOS POETAS

Los poetas, aquellos cerdos que se creen
capaces de andar a dos patas. Nos creemos
que tenemos el don de sentir con un
corazón de comida para una persona de verdad.
Nos barnizamos en los excrementos de nuestros ojos,
mezclados con el semen segregado vilmente
por nuestras continuas masturbaciones con bolígrafos.
Pensamos, o intentamos pensar, que nuestras pupilas
brillan más que la saliva corrosiva de un yonki.
Que nuestra mano pesa más que el vacío
en los ojos de una puta de vertedero,
 más que el cielo de una nave industrial
que comercia a dos euros las almas
de unos inocentes niños de cemento.
Buscamos el silbido de los árboles
en un seco y podrido ciprés, que agota
su orina en un cementerio abandonado.
Buscamos hacia donde mira el ciego,
despistado por su iris derretido.
Creemos en la muerte sin creer en la vida,
que si lloras eres persona sincera y, que si no,
tienes menos prestigio que una larva
que se alimenta de las entrañas de un
hinchado cadáver de cartón.
Soñamos con ser el eco de los libros,
volar por el recuerdo delirante de un niño
que no sabe ni lo que son las alas.
Nos alimentamos de los miedos de los mortales,
de las lenguas de bocas ajenas, y solo, solo
por medio de la tinta, haceros llorar más que nosotros.
Hablamos de amores, de peces voladores,
de sonidos intangibles, de ojos sin cera.
Hablamos de mujeres sin coño, sin
la capacidad de cagar, de tetas de polvo,
de pollas sin abrigo en el invierno casto.
Hablamos de mentiras, y las alabamos
 como si creyéramos lo que nunca pensamos.
Morimos más que otros, bebemos piedras
para dejar de estar muriendo, y morir,
morir como peces en un charco de orines de cebolla.
Tenemos órganos de humo nocivo
inyectado en nuestra garganta negra.
Alcohol, alcohol de sangre. Bebemos,
bebemos burbujas del último aliento
de un cereal soleado y tieso.
Nos emborrachamos con nuestros propios egos,
los derretimos en una cuchara de hojalata y
nos bañamos entre hierbas y neuronas flotantes.
Somos yonkis, alcohólicos, guarros, sucios
de ceniza, enfermos, locos, violadores.
Estamos muertos.
Somos suicidas, kamikazes, vagabundos,
fumadores de celulosa, esnifamos tizas de pizarras,
montamos en tinta cual caballo.
Somos poetas.