EL NIÑO DE CRISTAL
Y se fue como una nube
a ocultar su rostro de los hombres,
el día se le hizo amargo
porque no podía mojar
con su lluvia a tanta gente,
se fue
y ocultó sus dedos contra un ojo,
en una boca, sin apenas sonreir,
era la tristeza de no saber leer
el amor que ocultan las hojas blancas.
Se había ido,
dejó que se alejase la Tierra
convirtiéndose en un ser pequeño,
frágil, con una lágrima entre las alas.
Joaquín Pintael Martínez