NOCTURNO
Se le han roto a la noche
los colmillos negros,
las bufonas risas de los semáforos,
se ha dado cuenta que el reloj
gira hacia atrás sus lagrimas decoloradas,
que los niños ya no duermen
con la luna reflejada en un tobillo.
Se ha quedado sola,
con una soledad triste,
con la tristeza solitaria de los mendigos,
con una arcada de estrellas:
Vomito de cáncer y teléfonos heridos.
No hay excusas en sus brazos,
el ángelus reclama el tiempo que falta
por maldecir,
mientras un gallo sin pico
canta las horas en mi costado.
Joaquín Pintael Martínez