SONETO
V
Si tú supieras lo que buscas tanto,
si no ignorases lo que tanto anhelo,
ni tú tendrías desespero y llanto,
ni yo dudaría del azul del cielo.
Los dos sentimos que nos cubre un velo,
pero ahora ese desvelo yo levanto;
y ambos sabemos que termina en duelo,
entre un misterio prodigioso y santo.
Algo agoniza, y al morir transido,
surge de la visible sepultura
la rosa del amor que, hacia el olvido,
en el eterno olvido siempre dura;
mas allá del amor hemos vivido,
allí donde el amor se transfigura.
Pedro Prado