A don Jerónimo de la Cerda sobre un retrato
A don Juan de Rojas Sarmiento, enviándole a pedir ciertos papeles que le pidió
A don Luis de Cotes, Obispo de Empurias
A los huesos de los españoles muertos en Castinovo
A restaurar tornaba el nuevo día
A un hombre loco llamado Carbón, que estando furioso arremetió a besar a una dama
A un lacayo muerto debajo de un carro en el cual iba Lucía Hariela
A una dama que le pidió alguna cosa suya para cantar
A una dama que lloraba un su servidor muerto
Aires süaves, que mirando atentos
Al maestre de campo Luis Pérez Vargas
Al pie de un monte que divide a España
Al pie de una alta haya muy sombrosa
Al rebaño mayor de sus cuidados
Al sepulcro de Diego de Esquivel
Al tiempo que Leandro vio la estrella
Alma del alma mía, ardor más vivo
Amor, ¿de dónde nace un tan gran miedo?
Amor, fortuna y la memoria esquiva
Amor me tira y casi a vuelo lleva
Amor me trae en la mar de su tormento
Amor m'impenna l'ale, e tanto in alto
Amor mueve mis alas, y tan alto
Amor, ¿qué es esto?» «Amor» «Mayor mal siento
Amor, si por amar amor se aquista
Ando siempre, señor, de pena en pena
Aquel nudo que ya debía ser suelto
Aquel rumor que de improviso suena
Aquella luz que de la gloria vuestra
Ay, dulce tiempo por mi mal pasado
Ay, falso burlador, sabroso sueño
Ay, mísero pastor!, ¿dó voy huyendo?
Ay, qué plazo tan largo y tan extraño
¡Ay, sabrosa ilusión, sueño süave!,
Ay, vivo fuego, ay, fiero pensamiento
Bastar debiera, ¡ay, Dios!, bastar debiera
Carbón, si dar favor suele fortuna
Cercado de terror, lleno de espanto
Como al pastor que en la ardiente hora estiva
Como al que grave mal tiene doliente
Como al rayo de sol nueva serpiente
Como al salir del sol se muestra el cielo
Como de duro entalle una figura
Como el calor de la celeste esfera
Como el que de escorpión fue ya mordido
Como el que enfermedad de muerte tiene
Como en cera imprimir sello podría
Como enfermo a quien ya médico cierto
Como está el alma a nuestra carne unida
Como garza real alta en el cielo
Como joya oriental rica y preciosa
Como la obscura noche al claro día
Como se turba el sol y se escuresce
Como teniendo en tierra bien echadas
Con ansia que del alma le salía
Con aquel poco espíritu cansado
Con aquel recelar que amor nos muestra
Con gran curiosidad, con gran cuidado
Con la casta virtud vive abrazado
Contento con el mal de Amor vivía
Contra el influjo del contrario cielo
Corre con tempestad furiosa y fuerte
Cosa es cierta, señora, y muy sabida
Cual doncella hermosa y delicada
Cuál fiera tempestad, cuál accidente
Cuál hombre fue jamás tan sin sentido
Cuando a contemplar vengo el curso breve
Cuando a escribir de vos el alma mía
Cuando algún hecho grande y glorïoso
Cuando del grave golpe es ofendido
Cuando oro bajo y de grosera mina
Cuando pienso me da dolor doblado
Dama, tan claro en vos Amor me muestra
De aquella voluntad que a mi tormento
De error en error, de daño en daño
De la contemplación del pensamiento
De la incierta salud desconfiado
De la pena de Sísifo se cuenta
De las doce a las cuatro había pasado
De Menalca pastor la ninfa Flora
De sola la ocasión ledo y gozoso
Debajo de un pie blanco y pequeñuelo
Deje el estilo ya la usada vena
Del dulce fuego que en el pecho me arde
Del más subido ardor, del más precioso
Dos sonetos a la muerte de Pedro Mexía
Dulce enemiga mía, hermosa fiera
Dulce, sabrosa, cristalina fuente
Ejemplo del valor de las Españas
El cielo de sus altos pensamientos
El despojo mortal yace aquí solo
El dulce fruto en la cobarde mano
El más alto y más dulce pensamiento
El que está como yo tan desvalido
El tiempo es tal que cualquier fiera agora
El triste recordar del bien pasado
En cuál región, en cuál parte del suelo
En el gozo mayor, en el contento
En el paso más duro y más estrecho
En esto podéis ver, señora mía
En la muerte de la princesa doña María
En medio de mi mal vino cubierto
En un bastón de acebo que traía
En un olmo Vandalio escribió un día
Entre armas, guerra, fuego, ira y furores,
Entre osar y temer, entre esperanza
Escrito, aunque imposible al fin parece
Está en mi alma mi opinión escrita
Esta guirnalda de silvestres flores
Este andar y tornar, ir y volverte
Estrella que mi mal todo influiste
Excelso monte do el romano estrago
Fuego queme mi carne y por encienso
Golfo de mar con gran fortuna airado
Gran señal es el ver que me arrepiento
Héroes gloriosos, pues el cielo
Hiere el puerco montés cerdoso y fiero
Hora podrás vencer, fiero recelo
Horas alegres que pasáis volando
Huyendo baja el monte aquella fiera
Ilustre honor el nombre de Cardona
Ira y amor me están dentro en el pecho
La gran dea de los partos invidiosa
La nueva luz en el nacer del día
La víbora crüel, según se escribe
Laura, si cuando en la gran selva Idea
Lavinio, si el hallarme el alma ajena
Leandro que de amor en fuego ardía
Llorando vivo y si en el fiero pecho
Luz de estos ojos tristes que solía
Luz que a mis ojos das luz más serena
Luz que en el fuego vivo, en el tormento
Marina de Aragón yace aquí. Espera
Más fácil es, señora, el abstenerse
Mientra con gran terror por cada parte
Mientra el fiero dolor de su tormento
Mientra el fiero león, fogoso, ardiente,
Mientra el franco furor fiero se muestra
Mientra en mí la esperanza florecía
Mientra, por alegrarme, el sol mostraba
Mientras las tiernas alas, pequeñuelo
Mientras que de sus canes rodeado
Mirando cómo va soberbio, airado
Mil veces mientra en vos estoy pensando
Ni la africana sierra excelsa y brava
Ni la alta piedra que de César cierra
Ni la fuerza del mal, ¡oh Cariteo!
Ni por mostrarse blanda ni piadosa
No es falta de dolor faltarme el llanto
No es sabrosa la música ni es buena
No fuera Alcides, no, famoso tanto
No hallo ya en el mal inconveniente
No más, como solía, jocundo y vago
No me engañaréis más, vana esperanza
No por el cielo ver correr estrellas
No puede un corazón apasionado
No tenga yo jamás contentamiento
Notorio es en el mundo aquel tormento
Oh pasos, tan sin fruto derramados
Oh sol, de quien es rayo el sol del cielo
Ojos, ¿ojos sois vos? No sois vos ojos
Ojos, rayos del sol, luces del cielo
Padre me llama el sol del alegría
Padre Océano, que del bel Tirreno
Para justificarme en mi porfía
Para ver si sus ojos eran cuales
Pasan tan prestos los alegres días
Pastor, ¿cuál ocasión, cuál cosa extraña
Ponzoña que se bebe por los ojos
Por el airado mar a la ventura
Por esta faz, por esta bella mano
Por los ojos amor entra y derrama
Por nuestro polo el sol no parescía
Por qué es ciego el Amor?» «Porque con ojos
Por repararse de una gran tormenta
Por una alta montaña, trabajando
Por vos ardí, señora, y por vos ardo
Pues dio fin de Fetonte su osadía
Pues todavía queréis ir mis suspiros
Qué alteración es ésta, Amor, que siento?
¿Qué aprovecha, señor, andar buscando
Qué pérdida, qué mal, qué sentimiento
Querría saber, amantes, cómo es hecha
Quien tanto de su propio mal se agrada
Quien tiene tan honrado pensamiento
Quién yace muerto aquí?» «Pero Mexía»
Remedio incierto que en el alma cría
Remorder de dolor el alma siento
Respuesta de Vandalio [a Cariteo]
Sabe Dios sin saber de vos deseo
Señor, mientra el valor que en vos contemplo
Señor, si vuestro andar continuo errando
Señora, pues mis ojos merecieron
Señora, si es amor, como se entiende
Será verdad, ¡ay, Dios!, serán antojos
Sesenio, pues que vas do vengo agora
Si así durase el sol sereno cuanto
Si como vas, Lusitano, yo fuese
Si con cien ojos como el pastor Argo
Si contra Amor, señora, andáis armada
Si de Amor y de vos tan poco fío
Si de Roma el ardor, si el de Sagunto
Si de una piedra fría enamorado
Si el celeste pintor no se extremara
Si el justo desear, padre Silvano
Si el mudarme el color, si el alterarme
Si es verdad, como está determinado
Si está en opinión, Lavinio caro
Si jamás el morir se probó en vida
Si mientra el hombre al sol los ojos gira
Si no fuese juzgado atrevimiento
Si no os digo verdad, si en algo os miento
Si no socorre Amor la frágil nave
Si os amo, si os he amado y si he de amaros
Si por prueba mayor de su victoria
Si puede honrar una famosa muerte
Si saber del amor sola esta parte
Si tantas partes hay por vuestra parte
Si tras de tanto mal me está guardado
Si vos pensáis que por un ceño airado
Siendo de vuestro bien, ojos ausentes
Sigue a la obscura noche el claro día
Sigue su curso el sol ya destinado
Sin poderse alegrar de cosa alguna
Sobre el sepulcro de doña Marina de Aragón
Sobre la cubierta de un libro donde iban escriptas algunas cosas pastoriles
Sobre las ondas del helado Ibero
Sobre un verso de Ovidio que dice: «Fit quoque longus amor, quem diffidentia nutrit»
Solía cantar de amor dulces clamores
Soneto de Gutierre de Cetina, siendo enamorado en la corte, para donde Montemayor se partía
Tan alta al desear hallo la vía
Tan puesto tengo en vos el pensamiento
Tanto espacio de tierra y tan gran seno
Tanto tiempo he en amar perseverado
Temía hasta aquí de entristecerme
Temor de mayor mal a algunos suele
Temor desventurado y trabajoso
Tiéneme en duda Amor, por más tormento
Tiéneme ya el dolor tan lastimado
Traducción de un epigrama latino
Traducción de un soneto toscano
Tras lo que temo más voy rastreando
Triste avecilla que te vas quejando
Un año hizo ayer, ya es hoy pasado
Un blanco, pequeñuelo y bel cordero
Un nuevo sol vi yo en humano gesto
Un temor me destruye el pensamiento
Ved si el Amor, señora, es cauteloso
Venturoso ventalle a quien ha dado
Vete, falsa visión, no me atormentes
Vos sois todo mi bien, vos lo habéis sido
Vuestro nombre, señora, que asigura
Ya me vi de pavor puesto tan alto
Ya mis males se van casi acabando
Ya paresce, pastor, que vas gustando
Yo, señora, pensaba antes, creía