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OPTIMISMO 1

¡Qué alegre estoy, oh blonda, esta mañana!
no sé por qué, pero me está diciendo
el corazón que debo estar alegre,
y a mí, lo has visto, el corazón me manda.

Antes, es cierto, no me has visto triste,
pero era triste, y cuando te encontraba
fingía un optimismo que me horadaba el pecho,
mentía una alegría que me mordía el alma;
ante ti, mi quebranto se quebrantaba en risas,
vestía un artificio de indiferencia ingrata,
para gozar la gula de soñarte en secreto
y esconder ese sueño a tus miradas.

Pero ahora, no sé... Dios o el Diablo
se ha metido en mi casa
y todo lo revuelve; y al soplo de esta fiesta
¡bendito sea el sol en mis ventanas!

Río, llano y azul; en todas partes
derrama el sol su festival de grana,
y en la ampulosidad del tamarindo
el nido en flor abre un botón de alas.
Vienen por los caminos remojados
becerros saltimbanquis ahorcados de campanas,
y un bando de palomas, hacia el Norte,
despliega al viento su bandera blanca...
¡Y estoy alegre como nunca! Siento
que el optimismo se deshace en lágrimas
y alumbra con la lámpara del llanto
la reja de dolor de mis pestañas.

Este placer debe tener su fuente,
esta jovialidad tiene su causa,
para dejarme renovado, virgen,
cual si hubiese nacido esta mañana.
El rubio Amor, el muchachito ciego
me inauguró su aljaba,
y me ha dicho al oído que me amarás en breve,
¡si no es que ya me amas!

No eres mía, lo sé; pero estoy cierto
de que muy pronto lo serás; el Karma
te ha hecho para mí; ya tú no puedes
evitarlo... es el Karma quien lo manda.
Nadie ha llamado como yo a tus puertas;
llegué a tu corazón y no a tus plantas;
seré tu dueño porque Dios lo quiere,
porque yo te completo y tú me bastas.

¡Es ése mi optimismo!
¡Con él vuelve a mis ojos la inocencia pasada,
y es un bautismo nuevo, cuando cae la alegría
como un Jordán de luz en mis espaldas!

¡Bendito el Karma, porque ya me quieres!
Pero si no es así, bendito el Karma,
que al dolor de los viejos imposibles
da una mentira para la esperanza...

Te espero como nunca... Ya tú sabes
que yo no te esperaba.
Si es verdad que el Amor abre tus ojos,
¡bendita sea tu primera lágrima!
                                                                      Apure.



Andrés Eloy Blanco


1 Cultura Venezolana, Caracas, Nº 27, 1921, pp. 46-47.


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