LOS ÁNGELES DE VIDRIO
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Recuerdo en mi ternura aquellos seres
pobladores de un burgo alondra y miel.
A sus asnos, sus míseros talleres,
sus cultivos de anís y betabel.
Los saludaba en los amaneceres,
junto a un antiguo y celestial laurel.
Los despedía en los anocheceres,
bajo la ramazón de un oyamel.
Siempre en torno a su pueblo. Su destino
fue su pueblo, sus cabras, su molino,
sus hornos bajos donde yo les vi
transfigurar el vidrio y a su escoria
convertirla en arcángeles de gloria,
una ala azul y la otra de rubí.
Germán Pardo García