HACIENDO TRAZOS
A veces me entretengo haciendo trazos
sobre el papel. Las rayas
como flechas se cruzan en el aire
blanco de la cuartilla. Ráfagas
son, borrando ahora caminos
que decididamente roturaban.
Y me enmimismo tras el laberinto
de líneas que me arrastran
y voy perdiendo pie, voy sumergiéndome
en su terrible nada,
en su desconcertante paradigma
de desorientación o vida o racha
de destino. Me pierdo. Soy un ciego
sobre el papel, que es mi papel, mi carta
de navegar sin rumbo, mi retrato,
mi desesperación, mi historia hallada
y perdida de nuevo y para siempre
porque no soy sino una inútil raya
que viene y va, dibuja jeroglíficos
de dolor y amargura y esperanza
y abre precipitantes galerias
hacia el vacío y tuerce rápidamente.
Cae al abismo de una pena
tan absolutamente innecesaria
como las remontadas alegrías
que sin porqué de vez en vez escala.
No soy más que este absurdo, este dibujo
sin razón y sin causa.
Jamás completaré un solo rectángulo,
nunca estará la curva bien cerrada.
Mi vida entera es este lapicero
corriendo a un lado y otro, soy la marca
de un grafito tedioso; me revela
este ininteligible cardiograma.
No tengo rostro, ni figura, nadie
me reconoce, ni mi nombre habla
por mí. Soy solamente el zigzagueo
enrevesado, inútil de unas rayas
que una mano cruelmente ovillea
en una triste página.
Leopoldo de Luis