MANOS MANCHADAS
De la quijada al proyectil atómico
apenas hay la leve diferencia
de la callosa piel del bosquimano
a los dedos finísimos que escriben
simbólicos poemas crean música
sobre marfil mejoran el espectro
de la rosa soñada en dicroísmo.
Cojo tus manos coge tú las mías.
Unámoslas y palma contra palma
que escondan el estigma de su crimen.
Son manos de remotos asesinos
y de homicidas próximos de sádicos
que aplauden los suplicios en la sombra
y saludan a las ejecuciones.
Levantamos las manos como un trozo
de noche ensangrentada.
Era mi hermano era tu hermano mientras
uníamos amor casi esperanza
casi felicidad agonizaba
bajo el resiego de las metralletas
de alambradas eléctricas cercado
cuadriculado en piedras ominosas
agazapado en sombras degradantes
multiplicado en nauseabundos coitos.
Me asusto de mis manos y tus manos
tan próximas al látigo y al hacha
a la soga al fusil a los resortes
a los ceremoniales humillantes
solo porque jugando a ser felices
cortaron rosas moldearon finas
estatuillas de amor y remedaron
el libre vuelo azul de las palomas.
Leopoldo de Luis