A LA MUJER QUE VENDE FRUTAS EN LA PLAZA
A medianoche el centinela alerta
A menudo, si un hombre recibe bien de otro
A una mujer, ya vieja que entreduerme
Ah, nunca, nunca más la conocida
AL ÁRBOL QUE HAY EN MEDIO DE LOS PUEBLOS
Alguien me hincó sobre este suelo duro
Alguien que clama en vano contra el cielo
Algún día lo sabré. Este cuerpo que ha sido
Alrededor de mí —lo estoy mirando
Antes cuando me hablaba de mí misma, decía
Antes que amaneciera nos encontramos juntos
APUNTES PARA UNA DECLARACIÓN DE FE
Aquí, bajo esta rama, puedes hablar de amor
Aquí tienes mi mano, la que se levantó
Avanza como avanzan los felices
Cara contra los vidrios, fija, estúpida
Cataluña hilandera y labradora
Como la cera blanda, consumida
Como todos los huéspedes mi hijo me estorbaba
Compartimos sólo un desastre lento
Con un gesto de tierra abro los brazos
Considera, alma mía, esta textura
Convaleciente de tu amor y débil
Cuando yo muera dadme la muerte que me falta
Cuerpo, criatura, sí, tú y yo nos conocimos
Da vergüenza estar sola. El día entero
Déjame hablar, mordaza, una palabra
Descendiendo a la cueva en que el Arcángel
Desconfía del que ama: tiene hambre
Desde el sillón del mando mi madre dijo: «Ha muerto»
DIÁLOGO DEL SABIO Y SU DISCÍPULO
DIÁLOGOS CON LOS HOMBRES MÁS HONRADOS
El mundo gime estéril como un hongo
El sitio que dejó vacante Homero
ELEGÍAS DEL AMADO FANTASMA PRIMERA ELEGÍA
En una tierra antigua de olivos y cipreses
Entre la muerte y yo he erigido tu cuerpo
¿Es grande el mundo? —Es grande. Del tamaño del miedo
Es necesario, a veces, encontrar compañía
Este lugar que soy, como arena con ríos
Estoy aquí, sentada, con todas mis palabras
Estuvo aquí. Ninguno (y él menos que ninguno)
Guardiana de las tumbas; botín para mi hermano, el de la corva garra de gavilán
Has muerto tantas veces; nos hemos despedido
He aquí la regla de oro, el secreto del orden
Heme aquí, el heredero con su haber: apellido
Heme aquí en los umbrales de la ley
Inclinada en tu orilla, siento como te alejas
La oscuridad engendra la violencia
Más hermosa que el mundo tu mirada
Matamos lo que amamos. Lo demás
Me arrebataron la razón del mundo
Me han traspasado el agua nocturna, los silencios
Me tendí, como el llano, para que aullara el viento
Me ve como desde un siglo remoto
Me vio como se mira al través de un cristal
Mi antagonista (que soy siempre yo) me dice
¿Mujer de ideas? No, nunca he tenido una
Ni el cielo constelado de estrellas ni la ley
No puedo hablar sino de lo que sé
No voy a repetir las antiguas palabras
Nunca, como a tu lado, fui de piedra
Para el amor no hay cielo, amor, sólo este día;
Para vivir es demasiado el tiempo
Piso la tierra de Anáhuac que es
¿Por qué decir nombres de dioses, astros
Porque desde el principio me estabas destinado
Porque éramos amigos y, a ratos
...porque la realidad es reducible
Pregunta el reportero, con la sagacidad
¿Qué hay más débil que un dios? Gime hambriento y husmea
¿Qué se hace a la hora de morir? ¿Se vuelve la cara a la pared?
Se olvidaron de mí, me dejaron aparte
Ser de río sin peces, esto he sido
Si te digo que fui feliz, no es cierto
SILENCIO CERCA DE UNA PIEDRA ANTIGUA
Sólo como de viaje, como en sueños
Sólo la voz, la piel, la superficie
«Tal vez, bajo otro cielo, la vida nos sonría»
Un día dices: la uña. ¿Qué es la uña?
Una cotorra, un timbre postal, un gato, un perro
Vine de lejos. Olvidé mi patria
Yo soy una señora: tratamiento